23.4.09

Irradiación hepática selectiva mediante microesferas radiactivas

Esta técnica está indicada para tratar tumores primarios, tales como hepatocarcinomas y también tumores secundarios, especialmente metástasis de cáncer de colon y de tumores endocrinos. En ocasiones el carcinoma hepatocelular no se puede operar y por lo tanto este procedimiento supone una alternativa eficaz para aquellos casos en los que el hígado aloja varios tumores y no pueden ser extirpados. Esta técnica no sustituye a la cirugía sino que aporta la posibilidad de tratamiento en situaciones que hasta ahora no tenían ninguna opción terapéutica.

El órgano donde más frecuentemente aparecen las metástasis de otros tumores es el hígado, se ha demostrado que esta técnica frena y reduce la enfermedad en tumores de colon con metástasis hepáticas que hayan recidivado tras otros tratamientos sistémicos. Existen estudios comparativos con grupos en los que se combinan quimioterapia y esferas frente a otro grupo de pacientes que sólo reciben quimioterapia. El grupo que recibió el tratamiento combinado mostró a medio plazo una probabilidad de reducción de enfermedad metastásica y un tiempo de supervivencia significativamente superiores.

Los datos obtenidos permiten valorar la posibilidad de administrar de forma combinada las microesferas con quimioterapia dirigida específicamente al hígado, de forma que se reduzca el tumor y pueda ser resecado quirúrgicamente. Un paciente con metástasis hepática de un tumor de colon mejora hasta en un 60%, pero si sólo se consigue una mejoría que no permita una resección, la supervivencia no supera los 20 meses. Por su parte, si se consigue inducir una respuesta que haga factible la intervención quirúrgica, la mediana de supervivencia se duplica.

Mientras los especialistas en hepatología atienden los hepatocarcinomas, el departamento de oncología participa en la selección de aquellos pacientes con metástasis hepáticas de tumores de colon que pueden beneficiarse de este tratamiento. Una vez realizado el procedimiento se lleva a cabo el seguimiento de la respuesta al tratamiento. Para ello se realiza pruebas de escáner torácico y abdominal, y RMN de abdomen. Con ello se comprueba cuánta carga tumoral había al principio y cuánta queda después del tratamiento. Además, si hay reducción, se valora cuánto tiempo se mantiene a lo largo del tiempo. Así se hace una evaluación para ver si este protocolo mejora significativamente las perspectivas, lo que permitiría aumentar las indicaciones. En la actualidad la irradiación hepática selectiva se indica cuando falla el tratamiento quimioterápico. Si se confirma su eficacia, se podría plantear adelantar el tratamiento, de modo que se aplicaría a pacientes con mejor estado general, con menos carga tumoral y con más posibilidades de mejoría.

Una vez establecida la indicación de las microesferas los especialistas de Medicina Nuclear se encargan de confirmar la idoneidad del tratamiento y de calcular la dosis adecuada para cada paciente. El objetivo principal de estos tratamientos es asegurar que las esferas radiactivas se dirigen exclusivamente al lugar indicado. Sin embargo, hay situaciones en las cuales debido a problemas circulatorios o de conexión de los vasos las esferas pueden ir al pulmón o a otros órganos, como el estómago o las asas intestinales, lo que podría causar un daño secundario importante.

Por este motivo, una semana antes del tratamiento, se realiza una simulación del tratamiento, que comienza con la cateterización por vía arterial periférica hasta llegar a la arteria hepática. Primero se hace una arteriografía hepática con el objetivo de ver la anatomía arterial del hígado y, por tanto, los vasos que están nutriendo al tumor. La arteria hepática tiene muchas variantes anatómicas, por lo que hay ramas que nutren a otras zonas como el duodeno, la vesícula biliar. Por este motivo se debe delimitar la vascularización hepática, para que el tratamiento se dirija preferentemente al hígado. Gracias al sistema de angiografía digital se puede hacer reconstrucciones tridimensionales de los vasos.

Durante la planificación, en vez de infundir esferas de Itrio, se utilizan macroagregados de albúmina marcados con Tecnecio. Se trata de un radiotrazador cuyo comportamiento hemodinámico es similar al utilizado para el tratamiento y con el que se puede realizar una gammagrafía para cuantificar la distribución del radiotrazador por el organismo con el fin de evaluar posibles escapes de las esferas durante el tratamiento. Hay que tener en cuenta que un escape de las microesferas cargadas con Itrio superior al 20% resulta dañino para el organismo. Gracias a la gammagrafía previa se garantiza la seguridad del tratamiento y se calcula la dosis indicada a cada paciente.

Una vez confirmada la idoneidad del tratamiento se prepara, el kit de administración del Ytrio, que posteriormente será infundido por el servicio de Radiodiagnóstico. Este proceso es supervisado por los radiofísicos, cuya labor se centra en la protección radiológica y en el cálculo de la dosis. Antes de administrar un tratamiento debe hacerse una estimación de la dosis que va a recibir el órgano en forma individualizada para cada paciente. A través de pruebas de imagen, como escáner o resonancia magnética, se valoran las características del tumor, si es único o múltiple, y su proporción respecto al hígado sano. También se tiene en cuenta también la superficie corporal del paciente. Con todos esos valores se indica la dosis óptima con el fin de irradiar al máximo el tumor y lo menos posible el hígado sano.

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